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                ETAPAS DE LA POLÍTICA HIDRÁULICA 
                  DURANTE EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX
 |  1ª Etapa:. 1870-1911. Política hidráulica liberal, 
        basada en concesiones a empresas privadas que ejecutan íntegramente 
        las obras hidráulicas y de transformación en regadío, 
        sin intervención del Estado, que sólo fomenta estas actuaciones 
        por diversos medios.
 Dentro de esta etapa, tuvo especial importancia el Plan 
        Nacional de Aprovechamientos Hidráulicos, auspiciado, dirigido 
        y firmado por el Ministro de Fomento Rafael Gasset en 1902, el cual proyectaba 
        la realización de 296 obras hidráulicas para transformar 
        en regadío 1.469.222 has. Sin embargo, como se criticó en 
        su momento, el citado plan no pasó de ser un catálogo de 
        obras posibles, y sus realizaciones fueron escasas; en 1916 sólo 
        se habían puesto en riego 110.000 has. nuevas.  2ª. Etapa: 1911-1939. Política de Riegos, en la que el Estado 
        va asumiendo un mayor protagonismo en la planificación y ejecución 
        de las obras y la transformación agraria y territorial.
 En esta etapa, la nueva orientación se va configurando por la confluencia 
        de diversos instrumentos de ordenación y planificación hidráulica, 
        como son
 · La Ley de Grandes Regadíos de 8 de julio de 1911, cual 
        potencia la labor planificadora y ejecutiva directa del Estado en esta 
        materia.
 · La ley de 1926, que insiste en la obligatoriedad de transformar 
        en regadío para los particulares con explotaciones en zonas regables, 
        bajo amenaza de expropiación.
 · La creación, en 1926 de las Confederaciones Sindicales 
        Hidrográficas, que considera la cuenca hidrográfica como 
        unidad de estudio y de referencia para la intervención, a la vez 
        que integra la política de obras hidráulicas, la de regadíos 
        y la forestal (como conservación y regulación de cuencas). 
        La primera de estas confederaciones que se creó y la única 
        que realmente logró resultados prácticos fue la del Ebro, 
        a cuyo frente estaba el ingeniero Lorenzo Pardo.
 
 Texto: Cristóbal Gómez Benito |