Como hemos visto en el apartado
anterior, la actividad principal de cada día en los pueblos
de colonización era y es el trabajo. Un día normal de
una familia de colonos comenzaba al amanecer, cuando, incluso los
hijos, participaban en las labores con los animales, y más
tarde, tras el desayuno, el padre se iba a trabajar, ya fuera en el
lote o en alguna empresa, la madre realizaba las tareas de la casa,
que incluía a los animales, y los hijos e hijas iban a la escuela
del pueblo; si eran ya adolescentes podían ir a estudiar fuera
del pueblo (más común entre las chicas), a trabajar
en el lote o "a jornal". La jornada de trabajo solía
terminar por la noche, cuando se iban a dormir, para comenzar de nuevo
al día siguiente .
En los primeros años de vida de estos pueblos, años
50 y 60, los hijos e hijas que terminaban la escuela en el pueblo,
a los doce o trece años, pasaban a trabajar para ayudar en
la economía familiar dentro de su explotación o fuera
de ella, como las mujeres que cosían para fábricas
o algunas jóvenes de la zona de Bardena que trabajaban en
conserveras navarras. Pero a partir de la década de los 70,
de forma moderada, comienzan los jóvenes a estudiar módulos
profesionales o carreras universitarias en los pueblos viejos o
en las capitales de provincia. La escuela era uno de los primeros
edificios en construirse, por lo que los hijos de colonos acudían
a estudiar desde su llegada al pueblo. Además de la escuela,
se construyeron casas para los maestros, aunque no todos llegaron
a vivir en el pueblo mientras se ocuparon de la escuela, quedando
esas casas vacías . Por el contrario, hubo pueblos en los
que el maestro tuvo que vivir en casa de algún colono para
poder dar clases, porque su casa no estaba todavía terminada
cuando la escuela se abrió .
En la mayoría de los casos, las escuelas estaban separadas
por niños y niñas, con un alumnado numeroso: todas
las familias tenían hijos y en muy pocos casos menos de dos.
Esos niños y niñas, que forman la segunda generación
de colonos, tienen buenos recuerdos de los días de escuela
por la cantidad de compañeros que tenían .
Poco a poco los pueblos se fueron terminando, se fueron realizando
mejoras, como el asfaltado de las calles y las reformas de las casas,
-que, tras la primera buena impresión, los colonos fueron
viendo que estaban construidas con materiales de poca calidad-.
Llegó la luz y el agua, el alcantarillado, se hicieron jardines.
Los edificios más grandes eran y son los que se encuentran
en la plaza, donde ocupa un lugar preeminente la iglesia con la
torre, símbolo característico de estos pueblos, que,
por su altura, preside la visión del pueblo. Los caminos
de entrada y salida de los pueblos en muchos casos hoy todavía
no están asfaltados.
En muchos pueblos, por el reparto entre los colonos de las tierras
que dejaron las familias que se fueron (voluntariamente o no), por
la desaparición de la figura del obrero debido principalmente
a la terminación de las obras del INC (porque, o bien se
hicieron colonos con tierra, o se fueron) o por el aumento del tamaño
de la parcela una vez que las casas estaban hechas (en los últimos
pueblos), hubo un momento en el que había más viviendas
que parcelas de tierra, quedando muchas casas vacías. Fueron
los matrimonios de los colonos de segunda generación los
que ocuparon estas casas y en aquellos pueblos donde no hubo casas
vacías el nuevo matrimonio se construyó la suya en
el corral de la casa de los padres de la persona que heredaría
el lote, al no poder dividirse el lote y ser un único/a hijo/a
la persona heredera. Otros matrimonios de colonos de segunda generación
se hicieron colonos de primera generación en los últimos
pueblos construidos, como se ha comentado en el primer apartado,
fueron aquellos colonos que no heredaron el lote de sus padres y
se buscaron el suyo propio, accediendo a alguno de los que habían
sido abandonados. Se puede decir que hubo movimiento entre los colonos
de unos pueblos a otros.
El establecimiento de la nueva residencia del matrimonio dependía
del lugar en el que estuviera el lote . Aunque los herederos eran
con frecuencia varones, cuando éstos no existían,
era alguna hija la que se hacía cargo del mismo.
En los primeros años, las relaciones entre los vecinos eran
bastante buenas y cordiales, existía una necesidad de contacto
con los demás, de relación con las personas que se
encontraban en una misma situación y que compartían
un mismo espacio. Podía haber cierta desconfianza por no
conocer a las familias vecinas pero, a su vez, esto hacía
que no hubiese ideas preconcebidas de los demás que frenasen
las relaciones . En un principio podía establecerse más
relación entre las personas que venían de un mismo
pueblo o una zona, pero no fue ésta la pauta seguida durante
los siguientes años, no se crearon grupos cerrados de personas
de la misma procedencia y se valoraba la diversidad entre los vecinos
.
La organización de la vida de los pueblos se regía
a través de la Junta de Colonos (o de aparceros), que era
el lugar donde se planteaban los problemas de organización
del pueblo, del material necesario, de limpieza, de convivencia,
de organización de las fiestas... lo que podríamos
considerar una especie de Ayuntamiento pero controlado por el INC
a través de los peritos y los mayorales, sobre todo en el
periodo de tutela. En algunos pueblos, la Junta estaba formada por
cuatro o cinco colonos, uno de ellos era el Presidente de la Junta,
que, en la mayoría de los casos, estaba propuesto por el
perito. Los habitantes del pueblo (un voto por familia, el del padre)
elegían a los componentes de la Junta y se trataba de que
todos los hombres formaran parte de ella, por lo que cada dos o
tres años se reelegían a los miembros. En otros muchos,
la Junta entera era propuesta por el perito y los colonos votaban
a esa lista o el perito y el ingeniero decidían directamente
la formación de la Junta de Colonos. La elección por
parte del personal del INC de algunos vecinos para formar la Junta
de Colonos podía realizarse entre los que se creyeran más
cercanos al Régimen o entre los que fueran buenos agricultores.
El perito solía estar presente en las reuniones . La Junta
de Colonos existió hasta que llegó la democracia y
los pueblos pasaron a ser barrios de los pueblos viejos cabeceras
del municipio, eligiendo democráticamente a sus representantes
y, en algunos casos, a su alcalde pedáneo.
A parte de los representantes del INC, los curas participaban,
como representantes de la Iglesia, en la vida de estos pueblos.
Como en el resto de España, en los años del franquismo
la Iglesia tenía mucha influencia y ejercía su control
sobre los habitantes del pueblo, pero esta influencia fue mayor
en aquellos pueblos donde el cura vivía en la casa construida
para él (una casa grande al lado de la Iglesia). En todos
los pueblos esta casa existía, pero en algunos no estaba
habitada porque, como en el caso de los maestros, el cura vivía
en el pueblo viejo y acudía únicamente para la misa,
bautizos, comuniones, bodas, etc., y su presencia, por tanto, en
el desarrollo de la vida de los vecinos, era menor .
En algunos pueblos de colonización de la provincia de Zaragoza
como Bardena, El Bayo o Pinsoro, los curas, hombres jóvenes
que llegaron sobre el año 1970, trabajaron de cerca con los
colonos desde unas ideas más democráticas y formaron
parte del surgimiento de una organización campesina con los
agricultores, en su mayoría jóvenes, más sensibilizados
con los problemas que el trabajo en la agricultura planteaba. Eran
momentos de cambios políticos y luchas por la democracia,
el INC había pasado a ser IRYDA, en 1976 comenzaron a bajar
los precios de los productos agrícolas. En este contexto
surgió esta organización, donde había también
agricultores de los pueblos viejos, que más tarde sería
la UAGA (Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón),
sindicato al que pertenecen muchos de los colonos .
Otra presencia en los pueblos, y que es característica del
Régimen Franquista, fue la de la Sección Femenina
y, bastante menor, la del Frente de Juventudes, que disponían
de locales propios en el nuevo pueblo. La Sección Femenina
desarrolló una intensa actividad en estos pueblos, sobre
todo en el ámbito de la formación de la mujer en la
economía doméstica, higiene y cuidado de los hijos.
Las mujeres de la SF vivían en los pueblos el tiempo que
durasen los cursos, iban y venían de un pueblo a otro. El
local en el cual desarrollaban sus talleres era el que hoy en día
ocupan las asociaciones de los pueblos. Estos talleres, de cocina
o corte y confección, se realizaban para las mujeres y asistían
fundamentalmente las jóvenes solteras o aquéllas que
tuviesen tiempo para acudir. Junto a la Sección Femenina,
algunos informantes cuentan que se organizaban convivencias de Falange
para los chicos jóvenes, pero lo recuerdan como algo anecdótico,
su presencia no fue muy fuerte.
En cuanto al ocio y los lugares o momentos de relación entre
los vecinos, en los primeros años era en contadas ocasiones,
debido al trabajo . Existía un bar o un club social, donde
se reunían los hombres cuando podían para "echar
la partida" (de guiñote); las mujeres se reunían
en las casas o, en verano, sacaban la silla a la calle para hablar
con las vecinas. Cuando llegó la televisión, existía
una en todo el pueblo, que solía estar en el club social,
y algún domingo se juntaban
allí para ver la televisión . Los jóvenes,
a parte del baile de los domingos, podían salir a otros pueblos
con un grupo de coros y danzas o, el que tuviera bicicleta o moto,
se iba a las fiestas de los pueblos de alrededor. Las jóvenes
solían quedarse en el pueblo.
Cada pueblo tiene sus fiestas el día de su patrón
y todos ellos celebran, como fiesta pequeña, San Isidro Labrador
el 15 de mayo, por ser el patrón de los agricultores. La
elección del patrón de cada pueblo, como una muestra
más del paternalismo ejercido sobre estos pueblos, especialmente
al comienzo, la llevaban a cabo desde el INC, principalmente los
ingenieros que trabajaban en la zona. Lo mismo ocurría con
la decisión del nombre del pueblo, que, en algún caso,
coincide directamente con el patrón, como por ejemplo San
Jorge, San Lorenzo de Flumen, San Juan de Flumen o Santa Anastasia.
En otros casos, aunque el patrón no sea el nombre del pueblo,
ambas cosas están relacionadas, como por ejemplo el caso
de Cartuja de Monegros, cuyo patrón es San Bruno, por ser
éste el fundador de la orden de los Cartujanos. Otras veces,
los nombres de los pueblos tienen que ver con alguna característica
del lugar donde están construidos, ya sea el nombre de los
antiguos propietarios de la finca (Montesusín, de la familia
Susín), el nombre anterior de la zona (Monte Sodeto), por
características del terreno (Ontinar de Salz, por ser un
antiguo campo de ontinas - pequeñas plantas con flores amarillas
- o Valsalada, por el salitre que había en sus tierras),
o por construcciones características de la zona (El Temple
porque existió una ermita de la orden de los Templarios o
la Cartuja de Monegros, porque hay al lado del pueblo un monasterio
del siglo XV perteneciente a la orden de los Cartujanos) .
Las fiestas son recordadas como un momento en el que todo el pueblo
participaba y disfrutaba de unos días de baile y ocio, todos
resaltan que, al haber tanta gente joven, eran muy animadas. Cada
vecino aportaba un dinero para las fiestas y la Junta de Colonos,
y más tarde la comisión de fiestas, se ocupaba de
traer al pueblo una orquesta para el baile, de preparar la iglesia
y el Santo o de decorar el pueblo para la ocasión. Aunque
la decisión de los motivos y el día de celebración
de la fiesta del pueblo no la tomaban los colonos sino que, de alguna
manera, llegaba impuesta, sí eran ellos los que tomaban las
riendas a la hora de decidir cómo celebrarla. Esa imposición
por parte del INC no la veían los colonos como tal, simplemente
la aceptaban y consideraban que era parte del pueblo el que la fiesta
fuese tal día. Algunos tampoco saben las razones por las
que tal Santo es el patrón del pueblo, pero eso no les impide
en absoluto disfrutar de sus fiestas.
La vida se desarrollaba principalmente en los pueblos, el transporte
era mucho más complicado que en la actualidad, tanto por
los medios de locomoción como por las carreteras y caminos
entre los pueblos nuevos y sus vecinos. Los hombres salían
más del pueblo para ir a trabajar las tierras, o a empresas,
o para ir a por materiales a otros pueblos, pero las mujeres no
solían salir: a las dificultades del transporte se añadía
la falta de tiempo debido al trabajo. La vida, por tanto, giraba
en torno a la familia, la casa y la tierra, y al pueblo.
Desde el INC, el trabajo y el interés por el cuidado del
pueblo se fomentaba a través de premios. Algunas mujeres
recibieron premios por tener la casa limpia y las flores de la puerta
bonitas y cuidadas; algunos colonos, premios al mejor agricultor
y a algún mayoral se le dio la medalla al mérito agrícola
por su trabajo.
Aunque el trabajo de las primeras generaciones que llegaron en
los años 50 y 60 fue duro, la mayoría de ellos lo
recuerdan como una época feliz en la que trabajaban con ilusión
y se sentían a gusto en el nuevo pueblo. Algunos echaban
de menos su pueblo de procedencia y su familia y amistades, otros
se adaptaron antes a fuerza de trabajo. De esta forma, trabajo e
ilusión por mejorar fueron los dos ejes fundamentales sobre
los que se fue "haciendo pueblo", sobre los que se fueron
reformando los pueblos de colonización y las relaciones entre
sus habitantes (la creación de una comunidad), bajo unas
condiciones y un espacio físico establecidos y diseñados
por otras personas antes de su llegada.
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